domingo, 2 de diciembre de 2012

R.I.P








    Tic, tac, tic, tac, tic, tac… Han pasado cinco horas desde la última vez. Ya empieza el hormigueo. Desde la cabeza a los pies siento cómo circula la sangre, lenta, espesa… Este sudor frío en mi nuca, mi frente, mi pecho… las ojeras acentuadas, mi cara de zombi, mis dientes chirriando, y estos putos escalofríos que no cesan. Tic, tac, tic, tac, tic, tac, tic, tac… Cinco horas desde que llamé al Tuerto y le compré un pico. Llegó puntual como siempre, nunca hace esperar  a sus clientes, él sabe cómo tratarlos. Hace años estuvo enganchao , pero lo metieron en un centro y ahora sólo va puesto de metadona, aunque yo sé de  vez en cuando prueba algo. Debido a su aspecto no ha podido integrarse en  la sociedad. Tiene la cara llena de marcas de viruela, y le falta un ojo que perdió en una pelea con un yonqui, éste se lo sacó con la cucharilla.
Tengo ganas de pegarme otro pico y salir de mi realidad, volar, soñar…ese éxtasis de heroína, mi heroína que llega a tiempo siempre que la necesito. Llamaré al Tuerto, necesito mi dosis y de paso le pediré que me traiga limones y platina que no tengo. Ésta vez puede que sólo me la fume, tengo el brazo morado de tantas picadas.
El Tuerto me ha dicho que hoy la cosa está difícil, podría tardar un par de horas en ir y volver del poblado. Tic, tac, tic, tac, tic, tac… Estoy nervioso, me miro al espejo y abro la boca: 1,2,3,4,5,…10. Díez dientes amarillos, podridos, tengo la lengua blanca y mi aliento mataría a cualquiera que se me acercase, apesto a sudor y mi pelo está tieso, mi camiseta está llena de lamparones y mis vaqueros parecen un queso Gruyere. Vivo  en un piso vacío, sólo hay un colchón en el suelo y la mierda aún no llega a comerme. Vendí  o  empeñé todo para poder disfrutar de mis flashes.
Tic, tac, tic, tac, tic, tac… el puto Tuerto  no aparece y espero que no tarde, ya han pasado dos horas más  y yo comienzo a volverme loco. Miro por mi ventana sin cristales y nada, no lo veo.
En el parque veo  Magda escondida entre los arbustos. Si luego me da el calentón y se me levanta, la llamaré para echar un polvo. Pienso en los pechos de Magda para ver si consigo tocarme una paja y olvidarme por un momento del jodido Tuerto. Pero es imposible, esta polla fofa necesita de algo más para funcionar.

Oigo un silbido desde la calle, me asomo a la ventana y allí está el maldito Tuerto. Le hago señas para que suba. Se le ha olvidado la platina, no le llegó el dinero que le di. Sé que miente y que se lo ha quedado.                  El Tuerto  mira por mira por mi ventana y comenta lo buena que está Magda que ya salió de entre los arbustos y habla con Pipo y Manolo. Se va.
Ya por fin me quedo a solas con mi heroína, por fin. Me tiemblan las manos e intento calmarme para no cagarla y espacirla. 1, 2, 3… toma aire, respira. Coge la vela, cucharilla, el limón, veo cómo se quema la mezcla y cómo bullen las burbujitas en la cuchara… la jeringa es nueva, con el cinturón me aprieto el brazo y veo la vena hinchada y púrpura, pero me duele demasiado, así que me doy golpecitos en el cuello,… ahora … introduzco la jeringuilla, siento la aguja fría y tomo un poco de sangre para que entre mejor la mezcla. Tomo aire y aprieto…ya viene… ya viene el flash.

 Me tumbo en el colchón y la jeringa se me ha quedado hundida en el cuello pero no me importa. Magda aparece, la veo acercarse tan linda como antes, con su piel morena y sus dientes blancos, sonriéndome… Corremos uno frente al otro buscándonos y el viento nos da en la cara y somos libres.
-Ven, Rober, ven- me dice Magda.
Y yo la tomo de la mano. Su piel es suave, tiene las manos limpias. No huele a calle, no huele a sexo sucio entre arbustos, no huele a hombre…Huele a libertad, a alegría, a vida.
Y yo corro y salto y grito su nombre:- Magda, Magda, Magda…¡ es tan guapa!-.
Se escucha el ronroneo del mar llamándonos, yo quiero meterme en el agua pero Magda no. Me dice que no como una chiquilla protestona. Yo sonrío y la miro mientras me adentro nadando. Ella sentada en la orilla haciendo visera con su mano  para que el sol no la deslumbre, me vigila.  Yo sigo nadando mar adentro, se está tan bien flotando en el agua…
Cuando vuelvo a mirar a la orilla ya no veo a Magda, ha desaparecido.

El Tuerto está en mi casa puedo verlo tumbado desde mi colchón. Busca algo… Oigo voces lejanas, desconocidas. El puto Tuerto me toca con la punta de su zapato, me mueve. Registra mis bolsillos y coge mi cartera, no puedo impedirlo.  Escucho la voz de Magda en el pasillo, también busca algo, está nerviosa, dice que no le gustan este tipo de cosas. Intento llamarla pero mi garganta seca  no produce sonido alguno, tampoco puedo moverme, no entiendo qué pasa.

Dos hombres de blanco entran con una camilla. Uno se agacha y palpa mi cuello con sus dedos enfundados en guantes de látex .
-Este tipo lleva días tieso, sobredosis, ni le dio tiempo de sacarse la jeringa, ¡joder!   -. Dice.                       
-¡Bah,  otro más que no dará el coñazo, putos yonquies!-.

Magda llora apoyada en el hombro del Tuerto mientras los hombres de blanco meten mi cuerpo en una bolsa negra con cremallera. Desde dentro  todo está oscuro, sólo se oye el último zip del cierre.
Noto cómo me cogen  y me trasladan en coche, yo sólo pienso en la cara de Magda.
Al parar  me tumban sobre algo frío y metálico deslizante y oigo una puerta cerrarse. Todo está oscuro de nuevo y gélido. Al rato, no sé cuánto tiempo habrá pasado, pero la puerta vuelve a abrirse y escucho una voz que resulta familiar. Tras deslizar la cremallera la luz me deslumbra pero puedo ver la cara de una señora mayor que me mira con pena y me acaricia el pelo. Me da un beso en la frente y se va sollozando.
Uno de los hombres de blanco me coloca una tarjetita atada al dedo gordo del pie izquierdo diciendo que ya saben quién soy, que mi madre ha venido a identificarme.
Mi nombre: Roberto Iniesta Pérez. 







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