miércoles, 27 de febrero de 2013

Eterno







La lluvia golpeaba en la ventana y restos de un porro se quemaban en el cenicero. El humo dibujaba pequeñas espirales en el espacio. Dos cuerpos desnudos sobre la cama, escribiendo cartas en tinta de agua de lluvia, para no olvidar nunca.
Una habitación de paredes desconchadas, de armarios llenos de polvo y humedad, con olor a salitre, sudor y sexo. El aroma envolvía el ambiente, envolvía los cuerpos, envolvía las mentes mientras sus ojos se miraban fijamente intentando adivinar pensamientos. Caricias ebrias de amor, piel de rosa del desierto, lenguas vertiginosas... Alma de niño escondida en cuerpo de príncipe.
Y pasan los días, las horas, el reloj y su tic-tac cotidiano… Yo me quedé allí, en aquella habitación de paredes desconchadas donde el tiempo era eterno. Donde la lluvia, tú y yo fuimos eternos.




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